No voy a hacer nada que no pueda! Pero sin visión podemos hacer muchas más cosas de lo que piensan muchos profesores. Yo lo que pido es que me dejen probarlo».
Es la declaración de principios de Alba Mestres, 24 años, graduada en Farmacia y estudiante de primero de Medicina. Va con un bastón, su visión es muy reducida, como si mirara por un canuto y empeorando, y lleva desde los 15 años peleando por esos principios. «Me gustan las matemáticas, la física, las ciencias ¿por qué se empeñaban todos que hiciera un bachillerato de letras? Todo lo que se escribe en una pizarra se puede verbalizar ¿no? Pues todo lo que se puede verbalizar yo lo puedo aprender».
Alba Mestres es la primera alumna ciega de la facultad de Medicina de la UB, en el Clínic. No todo el profesorado lo tiene claro, pero ella sabe esperar. «Inmunología es fácil de adaptar. Todo lo que se pueda digitalizar puedo pasarlo a voz con un sintetizador». Y en una de las asignaturas de introducción a la Medicina, pudo aprender técnicas de reanimación siguiendo las manos de su profesora sobre el muñeco de prácticas. «Quizá vaya un poco más lenta que los demás, pero lo hago».
Piensa en anatomía, un conocimiento tan visual, y habla de probarlo con maquetas 3D, como las que usan en la escuela de Fisioterapia de la ONCE en Madrid. Deja al margen cirugía, y ojos. Pero incluso en ámbitos como la dermatología reclama el valor que puede aportar de su conocimiento: «no ver la lesión no quiere decir que no puedan describírmela y que yo sepa identificarla y diagnosticar».
Todos los peros que ahora surgen en Medicina ya aparecieron en Farmacia. «En primero tuve que acudir al Síndic de Greuges, en segundo y tercero ya no hubo problemas. Al cabo de un tiempo, ya todos estaban hechos a la idea de que era posible». Fue casi más difícil en bachillerato. «Los asesores escolares, en lugar de ayudar a resolver crearon más barreras. Empecé a escoger mi propio camino ‘haz psicología’, me decían todos. La gente con posición influyente debería abrir la mente y pensar cómo podré hacerlo».